Franck Muller
Nacido en Suiza el 11 de julio de 1958, de madre italiana y padre suizo, Franck Muller se crió en un entorno multicultural y heredó tanto la creatividad como la disciplina. Desde muy temprana edad, desarrolló un creciente interés por todos los dispositivos mecánicos.
Tras 4 años de notables estudios en la Escuela de Relojería de Ginebra, su reputación no tardó en llegar: dotado de un talento técnico excepcional, casas de subastas y coleccionistas de todo el mundo le enviaron sus tesoros para su restauración.
Tras unos años en el sector, empezó a crear relojes únicos con su propio nombre. Con el fin de cambiar la situación (afluencia de relojes de cuarzo en el mercado), Franck Muller decidió dedicar su trabajo a la creación de relojes únicos, de pulsera en particular, que ofrecieran el mismo nivel de logros técnicos presentados en los relojes de bolsillo.
En 1983, tras meses de investigación y dedicación, Franck Muller presentó sus primeros relojes de pulsera. Todos ellos tenían un complicado movimiento que había sido creado únicamente por él. Se dio cuenta de que había una demanda en el mercado de coleccionistas en busca de relojes únicos.
Para satisfacer esa demanda, todos los años desde entonces ha conseguido desvelar una primicia mundial, reuniendo complicaciones que nunca antes se habían creado. Franck Muller reconoció muy pronto que el Tourbillon era un importante invento científico. Fue creado hace más de 200 años en un intento de lograr una mayor precisión en los relojes. Franck creó, por primera vez, un Tourbillon visible desde la parte delantera. Al contrario que los Tourbillones de otras marcas, en los que sólo se podía ver por detrás. Su nuevo y revolucionario diseño y las posteriores Grandes Complicaciones se convirtieron en la piedra angular para que Franck Muller fuera reconocido como el "Maestro de las Complicaciones".
Vartan Sirmakes
Cofundador y Director General del Grupo Franck Muller, Vartan Sirmakes nació en Constantinopla en 1956, descendiente de una familia de joyeros armenios. Se trasladó a Ginebra a los 18 años, siguiendo el consejo de su tío, que vivía allí desde 1952. Tras haber estudiado en el Collège Saint Benoît, la renombrada escuela francesa de Constantinopla, ya dominaba la lengua francesa.
A su llegada a Ginebra, en 1974, inició un aprendizaje de engaste de joyas con Antonio Bertolini. En cuanto obtuvo su diploma, creó su propio taller en el barrio ginebrino de Eaux-Vives. Su reputación creció rápidamente y clientes importantes como Ebel y Cartier confiaron en él. El pequeño taller pronto se convirtió en una gran empresa.
Su pasión por el diseño, la arquitectura y los objetos bellos, le inspiró para diversificar su negocio y entrar en el negocio de las cajas de reloj en asociación con Pierre Ecoffey, un fabricante de brazaletes y cajas de reloj. La colaboración tuvo mucho éxito y consiguieron clientes prestigiosos como Daniel Roth. Este fue su primer paso en la industria relojera.
La fabricación de relojes de alta gama se había convertido en su objetivo, y para ello encontró en Franck Muller un socio adecuado. El éxito fue inmediato y tremendo.