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En el mantenimiento de su Franck Muller, un relojero altamente cualificado somete su reloj a un procedimiento muy preciso.
En primer lugar, el maestro relojero abre meticulosamente el reloj y extrae el movimiento. A continuación, el cristal de zafiro y los pulsadores se separan de la caja y se guardan a un lado.
Una vez desmontado el reloj, se examina minuciosamente cada uno de los componentes para comprender su funcionamiento. A continuación, se desmonta todo el movimiento y los componentes se reparan a mano o se sustituyen si es necesario, en función de su nivel de desgaste.
En ese caso, puede ser necesario producir las piezas en nuestra propia fábrica de componentes situada en Ginebra. Para garantizar los máximos estándares de precisión, el proceso se realiza íntegramente en la empresa.
A continuación, nuestros artesanos decoran a mano los componentes -ya sea perlaje, satinado o biselado- y los entregan al relojero para que los vuelva a colocar en el reloj.
El volante -el corazón del movimiento- también se extrae con el máximo cuidado. A continuación, se limpia, se comprueba y se ajusta para garantizar la precisión de la hora.
Una vez que el movimiento ha sido completamente revisado y reparado, se lubrica cuidadosamente para garantizar que su reloj siga funcionando correctamente. La lubricación limita la fricción entre las piezas mecánicas y reduce así el desgaste de los componentes.
Se presta la misma atención a la caja y a la pulsera, que se pulen a mano. Las piezas dañadas o desgastadas de la caja y el brazalete se restauran o sustituyen. A continuación, la caja se renueva y se limpia con ultrasonidos para resaltar su aspecto brillante. Además, también se sustituye la correa de aligátor si ésta está deteriorada. La restauración de la caja y la nueva correa devolverán a su reloj el encanto y la vivacidad del primer día.
Una vez que la esfera y las agujas se han ajustado al movimiento, se sustituyen las juntas de la caja y se vuelven a montar cuidadosamente el reloj y todos sus componentes. A continuación, se realizan rigurosas pruebas de compresión de aire para garantizar que su reloj siga siendo resistente al agua y al aire.
A continuación, el relojero pone en marcha y controla el reloj durante varios días de pruebas. Este proceso puede durar hasta 9 días, hasta que la reserva de marcha se agota por completo. De este modo, se comprueba el rendimiento del reloj en términos de reserva de marcha y de precisión del tiempo. A lo largo de este proceso, el relojero también coloca el reloj en varias posiciones para ajustar la inercia del volante y controlar su amplitud.
Por último, el relojero verifica una última vez el funcionamiento y el aspecto estético del reloj para asegurarse de que no hay ningún defecto antes de enviarlo al cliente. Tras un servicio completo, su Franck Muller estará cubierto por una garantía de dos años.